Es por ello que se recomienda beber el jugo de un limón en ayunas mezclado en medio vaso de agua.
Igualmente, beber su jugo resulta conveniente a quienes sufren molestias del hígado y de la vesícula biliar por cuanto estimula las secreciones biliares y ayuda a metabolizar las grasas. También resulta recomendable en estos casos, al desayuno, untar un poco de pan con una mezcla de aceite de oliva virgen y zumo de limón. Lo anterior, porque el limón neutraliza las toxinas y ayuda a eliminarlas, reforzando la función antitóxica y protectora del hígado.
Pasar un día a base de zumo de limón rebajado con agua, siempre será reparador.
Por sus propiedades refrescantes, antisépticas y su contenido en vitamina C, el limón alivia ciertas afecciones de las vías respiratorias -inflamaciones de la garganta, afonía y amigdalitis-. Ésta es la razón por la que se hacen gárgaras con el zumo de un limón diluido con un poco de agua tibia, a la que se le puede añadir una cucharadita de miel. Su poderosa acción antibacteriana y antiviral sienta bien a las gargantas doloridas, úlceras de boca y gingivitis.
Aparte de la vitamina C, el limón contiene vitaminas del grupo B y vitamina E y muchos minerales: potasio, magnesio, calcio y fósforo, cobre, cinc, hierro y manganeso. Este cóctel de vitaminas y minerales refuerzan el sistema inmunológico, al potenciar la actividad de los glóbulos blancos.
Beber zumo de limón de forma regular puede ayudar a las personas que padecen problemas reumáticos, puesto que disuelve las toxinas y los cristales que causan la gota, otorgando cierto bienestar.
Finalmente, y si bien no está comprobado, se dice que beber el jugo puro de tres limones en ayunas, refuerza el sistema inmune y, con ello, nos protege del cáncer.
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